
Finalmente fue hoy cuando volví a las andadas, a salir de casa cargando aquel estuche. Llegar a un lugar previamente establecido, calentar los dedos. Preparación mental.
Llegada la hora, el nerviosismo inicial que va en aumento... en aumento... en aumento... primera llamada, primera... en aumento... segunda llamada, segunda... en aumento... tercera llamada, comenzamos. No hay marcha atras, la salida es para los cobardes, para los débiles de corazón. ¡No queda sino batirse!
Así pues, me levanto del asiento, tomo la guitarra y subo uno a uno los peldaños de la escalera que me conduce al lugar en donde, por fin, despues de tanto tiempo, he de tocar nuevamente seis cuerdas de nylon. La elocuencia fluye de un modo distinto, muy particular.
La música flota en el aire, el nerviosismo desaparece... la adrenalina fluye, la alegría inunda el lugar... ¡Que alegría me da estar de vuelta! ¡Que bien se ve todo desde arriba!
Muchos días de estos... muchos días de estos.